viernes, 20 de enero de 2017

Solías ser arte...

© Fotografía. Olga Doganoc


Solías ser arte…
Y como arte que eras yo me desatendía. Te observaba extenuante hasta que el mismo tiempo me resultó insignificante. Mi mente se desencajaba si no te contemplaba y hasta mis músculos se entumecían si no me sentaba a admirarte. Entre mis ojeras y mis dilemas prefería enfermarme, puesto un segundo sin hallarte resultaba abandonarse a la locura y cualquier desazón conseguía que hasta yo mismo me replanteara mi cordura.

Solías ser arte…
Y como arte que eras el observador no vale nada. Mi tiempo perdido sólo era un deleite bien atendido, puesto lo único que buscas es ser alabada, y el tiempo para ti carece de toda importancia. Ambiciosa, cada día te ponías más hermosa, y cuantas más miradas recibías más aumentaba tu porte orgullosa sabiendo que ningún mortal juzgaría malamente tu apariencia vanidosa.

Solías ser arte…
Y como arte que eras me corrompiste. No hallé refugio bajo ningún otro techo que no fuese el tuyo, y mi camino no era aquel otro que no compartiera el mismo final. Y un día,  prisionero de ti, me dejaste varado en la orilla de la amargura, te fuiste un día después de que hube jurado ante todos mi amor ante ti, con toda su bravura.


Y varado en esa orilla perdido de cualquier incumbencia, me percaté de mi presencia. Y entonces, comprendí por qué solías ser arte… 
Porque el arte sólo importa para quien lo contempla y se rinde ante su magnificencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario